lunes, 12 de agosto de 2013

I CORRERÍA POR CALZADA ROMANA. PUERTO PICO 2013.

EN BUSCA DE LOS ORÍGENES DE NUESTRA GRANDEZA:

Los últimos rayos de sol de la tarde del 10 de Agosto de 2013 nos guiaron por la calzada romana del Puerto del Pico, testigo mudo y frío de una época de gloria que, aún así, nos habló de grandes civilizaciones y expediciones, magnánimos ejércitos, comercios exquisitos, de tabernas y pensiones que se erigieron como el origen de las poblaciones que hoy en día conforman la zona de la Sierra de Gredos y el Valle del Tiétar.


Nadie puede ser tan inútil y pusilánime como para no querer darse cuenta de qué manera y con qué sistemas los romanos, en cosa de cincuenta años, conquistaron casi todo el mundo habitado, una hazaña sin parangón
en la historia humana.
POLIBIO, Historia, I, 5.

Año 329 a. C., Asia Central. Ptolomeo entra en la austera tienda de campaña
que hacía las veces de cuartel general macedonio. Alejandro da aspecto de llevar ya un buen rato despierto aún siendo tan temprano que los caballos del carro de Helios están estirando las patas:
-Mi Rey-.
-Deben ser ya un millar las veces que te he dicho que no me llames así. Tú también eres Alejandro, tú también eres Rey. Somos “Compañeros”. ¿Qué novedad me traes hoy desde nuestro lejano hogar?-.
-Me informan de que ha surgido un nuevo pueblo en la Magna Grecia. Dicen descender de la mismísima Diosa Afrodita, alegando para ello que por sus venas corre la sangre del último héroe de Troya-.
-¿Último héroe de Troya?-.
-Sí, según un mito etrusco hubo un príncipe dárdano de la estirpe del Rey Príamo que consiguió escapar de Troya antes de ser reducida a cenizas por Agamenón. Lo hizo portando los dioses de la ciudad, que según un oráculo mientras un troyano los portase estaba asegurada la continuidad y la grandeza de ese pueblo.
-Y dime ¿cómo se llama este nuevo pueblo?-.
-Hacen llamarse Roma. Cuentan que son tan inteligentes como los atenienses de Pericles, disciplinados como los espartanos de Leónidas y tan numerosos como los persas de Darío.-
-No te preocupes hermano. Si son de la estirpe de Héctor están llamados al fracaso, Aquiles ya les venció una vez, y yo haré lo mismo al menor problema que den. Además, hace falta más que un mito para convertirse en un gran pueblo como el nuestro, nadie más que Grecia dominará siempre el mundo.-

Abundantes y variadas son las causas por las cuales el pueblo de Roma llegó a dominar el mundo y a establecerse como forma de vida por los siglos de los siglos. Hoy en día seguimos siendo Roma. Pero podemos destacar tres elementos como los más importantes en el éxito romano. 

Roma unificó el mundo con su lengua, el latín.

Sorprendió al mundo con una forma política que dejaba a la altura del betún a la democracia ateniense, la República. Y con su ejército se instaló en todo ese mundo gracias a sus construcciones.

Hoy en día seguimos hablando un latín vulgar. La mayoría de los Estados de
los países desarrollados están configurados políticamente como repúblicas. Nuestra ingeniería sigue copiando los patrones que posibilitaron la construcción de la sociedad eterna, de Roma. La diferencia con otras culturas queda marcada por el hecho de que los romanos construyeron para la eternidad, su arte no era en absoluto efímero y aunque hoy creemos digno de admiración y deleite la contemplación del arte romano éste, en su mayor parte, fue ideado con un propósito, con un fin, destinado a ofrecer y
cubrir ciertos servicios.

Bien es cierto que Roma no inventó nada, su éxito se basó en estudiar, mejorar y perfeccionar aquello que ya había sido ideado de una manera más arcaica. Miles de años antes de la aparición de la sociedad romana culturas como la egipcia o la griega ya poseían un conocimiento muy amplio de la ciencia de la ingeniería. Egipto dominó las aguas del Nilo con sus presas y nada tienen que envidiar a los romanos los acueductos que aún se pueden observar en Grecia o Turquía.
Desoiremos a esa parte de la comunidad historiadora que mantiene que el Imperio romano se construyó y se mantuvo a lomos de asno, convencidos de la inutilidad de los carros para las calzadas romanas. No es posible concebir hoy desde el punto de vista racional una civilización como la romana y un imperio de semejantes proporciones sin el arma estratégica que supusieron sus carreteras, las calzadas.


En Mesopotamia se documentan ya las primeras carreteras y más tarde los griegos continuaron haciéndolas con técnicas muy parecidas a las que los romanos siguieron empleando. Sin embargo, estas vías abarcaban pequeños corredores y nunca tuvieron pretensiones expansionistas ni los objetivos de mercado del alcance exportador-importador que tuvieron en Roma.

Los caminos utilizados por las poblaciones de la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos eran rudimentarios, consistentes en la simple consolidación de sendas ganaderas mediante el encachado de piedras. Sobre los caminos que construyó Cartago en la península sólo se sabe que existieron, poco o nada ha quedado. Los romanos trajeron consigo una tecnología de carreteras desconocida hasta entonces y olvidada después hasta hace pocos años.

Queda patente el éxito de la apuesta de Roma por la construcción de calzadas, herramienta sin la cual su extensión, su grandeza y su eternidad no habrían sido tales.

Para la construcción de las calzadas eran contratadas empresas que se dedicaban a ello. Empezaban por la deforestación y limpieza del terreno por el cual iba a discurrir la vía. Después se practicaba un allanamiento y nivelación de ese mismo terreno. Tras esto se establecía una delimitación de las medidas de la calzada instalando bordillos de piedra. El espacio entre los bordillos era horadado y cubierto con piedra en bruto bajo varias capas de diferentes arenas y gravas. Finalmente, se revestía la superficie de la
calzada preferiblemente con cantos rodados apisonados mezclados con arenas, para formar la capa final de rodadura. Se utilizaban materiales de grano fino: zahorras (con tamaños máximos de 4-5 mm) o jabre (arena natural de granito con tamaños máximos de 1 cm) u otro material de granulometría fina que estuviera disponible en las cercanías del lugar de construcción.



Gracias a los documentos de compilación de caminos elaborados por la
propia Roma hemos tenido conocimiento del entramado de calzadas que poseía en la Península Ibérica. En el siglo III d. C. el emperador Caracalla mandará realizar esos mapas, aunque no con el fin de guiar a los turistas y viajeros en sus periplos sino más bien con el de una mejor recaudación de impuestos. Estos textos recibirán el nombre de Itinerarios Antoninos o Itinerario de Antonio debido a la Tría Nómina que conformaba el nombre completo del Emperador: Antonio Augusto Caracalla.




El Itinerario de Antonio estaba compuesto por 34 tramos de calzada a lo largo y ancho de la geografía ibérica. El tramo que nos atañe es el denominadoIter ab Augusta Emerita Caesaraugusta, es decir, camino de Mérida hasta Zaragoza y numerada como numerada como XXIV. Como puntos medios importantes en este trayecto se Complutum (Alcalá de Henares) y Toletum (Toledo). Por la geografía de la península Ibérica discurrirían un total de 6.953 millas romanas - unos 10.290 kilómetros- de calzada.


En el año 1862 Eduardo Saavedra editó el Mapa Itinerario de la España
Romana basado según él en el Itinerario de Antonio. Sorprendentemente en nuestro tramo XXIV no aparece reflejada la calzada del Puerto Pico. Esto no quiere decir que no existiese, o que no fuese de construcción romana como se han aventurado y empeñado en dogmatizar algunos. No aparece simplemente porque ésta no fue costeada por el Estado. Los tramos que conforman el Itinerario de Antonio son las construcciones llevadas a cabo por el Estado o viae publicae. También existían unas vías vecinales o viae vicinales que unían las vías principales del Estado, y cuya construcción era sufragada por las diversas poblaciones a las que les interesaba que por sus términos discurriese una vía de comunicación. Por último se podían encontrar, en menor medida, las denominadas viae privatae destinadas al uso exclusivo de un propietario que costeaba la construcción en su totalidad. Nuestra calzada del Puerto
Pico es muy probable que se tratase de una de esas vías vecinales y por eso no quedase reflejada en el mapa del Estado.

La construcción de las calzadas suponía además la construcción de otros elementos como puentes, fuentes, pasos de cebra o ventas. Fueron además de vías de comercio vías de comunicación civil y militar. Los ejércitos eran capaces de viajar a cualquier punta del imperio a una velocidad hasta entonces desconocida. Diferentes negocios florecieron en los márgenes de las calzadas como las mutatio dispuestas cada 10 ó 15 kilómetros para descansar y cambiar las cabalgaduras, o las mansio de mayor tamaño dispuestas cada 50 kilómetros y que permitían pasar la noche. Muchas poblaciones de hoy en día habrían surgido en origen como conjunto de estos establecimientos al pie
de las calzadas.

Las calzadas además atravesarán grandes núcleos urbanos, allí les será otorgado un valor religioso y funerario. Al final las calzadas se volverán contra la misma Roma y supondrán una vía rápida y cómoda de invasión para los pueblos bárbaros que harán desaparecer el imperio, su esplendor y su grandeza.

Hagamos un acto de romanticismo y durante un rato marchemos por la misma calzada que lo habrían hecho soldados, políticos, mercaderes y todo miembro de aquella sociedad eterna. Toquemos, veamos, sintamos y respiremos como lo hicieron los romanos, aquellos de la época de la grandeza de Roma, de la grandeza de la Península Ibérica.

Dani Perrino. Primavera-Verano año 2013.

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